Tal día como hoy, hace 414 años, nació en Ágreda, un pueblo de la provincia de Soria, María Coronel Arana, que pasaría a la historia como Sor María Jesús de Ágreda. Oí hablar por primera vez de esta monja concepcionista hace ya muchos años, en la universidad, ya que fue consejera del rey Felipe IV. Se conservan cientos de cartas que el monarca y la religiosa intercambiaron a lo largo de varios años. Lo curioso del caso es que María nunca abandonó su localidad natal ni recibió una instrucción fuera de lo común y, aun así, se convirtió en su asesora, no sólo en cuestiones espirituales, sino también en cuestiones de estado. Felipe IV le consultaba sobre temas de política, a ella, a una mujer en apariencia sencilla. Y no termina aquí lo sorprendente de la vida de Sor María. Cuando los misioneros franciscanos llegaron a Texas y Nuevo México por primera vez, se encontraron con unos indios ya evangelizados. Los jumanos sabían responder a las preguntas que les hacían sobre la religión católica. Sorprendidos ante lo que en teoría era un primer contacto con misioneros, ellos respondían que una dama de azul ya les había instruido en la fe.
Casualmente
ayer, la víspera de la fecha del nacimiento de Sor María, su nombre salió en
una cena con amigas. Para mi sorpresa, ninguna de ellas había oído hablar nunca
de ella. «¿Bilocaciones? ¿Qué es eso exactamente?». Así que les conté la
historia. Por encima, claro, no quería ser pesada con los temas históricos que
me apasionan en una noche de viernes entre amigas, pero no pude evitar empezar
a hablar con emoción. «Pero sí conoceréis la novela de Javier Sierra sobre el
tema ¿no?». Pues no, tampoco. Sonreí, me llevé la copa de rosado a los labios y
me lancé. «Fray Alonso de Benavides, uno de los franciscanos que misionaba en
la frontera norte, empezó a investigar sobre la dama de azul y las pistas le
llevaron, a su regreso a España, hasta Ágreda. Allí se entrevistó con la monja
y concluyó que ella era la dama azul de los jumanos. Sor María Jesús describió
con detalle el territorio americano que Benavides había visitado. Algo imposible,
puesto que ella nunca había estado allí. Decía que lo recordaba como si fueran
sueños. Pero todo cuadraba. Debido a lo insólito del caso, fue incluso investigada
por la Inquisición. Así que parece ser que Sor María pudo estar, a través de
las bilocaciones, en América. Aunque, obviamente, no es un hecho frecuente, hay
más casos de bilocaciones en la historia de la Iglesia. Destacan sobre todo fray
Martín de Porres y el padre Pío de Pietrelcina, dos personajes extraordinarios,
por los que siento gran admiración». Mis buenas amigas no me habían
interrumpido y habían escuchado con atención. «Si queréis saber algo más de esta
historia sin tener que recurrir a ensayos históricos o religiosos, os
recomiendo que leáis La dama azul. Es
una novela muy amena e interesante. A mí me encantó».
Esta mañana,
desayunando con mis padres y mi hermano, les he preguntado si conocían la
historia de Sor María Jesús de Ágreda y sí, la conocían. Menos mal. Es más, mi
hermano me ha mirado sorprendido y me ha dicho: «¿Por qué preguntas por ella? Precisamente
mañana en mi programa de radio hablo de su historia». Vaya… ¿casualidades? Yo lo
llamo más bien Providencia. Y lo más gracioso de todo ha sido cuando al cabo de
un rato me llama insistentemente desde su habitación. Estaba mirando la
pantalla de su teléfono. «¿Sabes de quién es hoy el cumpleaños?», me pregunta
sonriendo. Me concentro, hago repaso a la familia más próxima… no… amigos… «No
sé, me rindo ¿de quién?». Me muestra el móvil y responde: «El 2 de abril de
1602, o sea, un día como hoy hace 414 años, nació Sor María Jesús de Ágreda». Nos
quedamos mirando sorprendidos. ¿Casualidad?… Y entre risas hemos exclamado a la
vez: «¡Es la Providencia!».
2 abril 2016
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