¿Por qué será…? Que desde ayer me persiguen los versos del
famoso poema de Kipling, If, y hoy va
y me salta el mensajito del facebook de que tienes un recuerdo. Voy a ver el recuerdo
y resulta que es una entrada del blog
que publiqué hace un año. Y en esa entrada mencionaba, precisamente, el poema
de Kipling. Ya estamos con las casualidades dichosas…
Así que releo los versos por enésima vez y algunos encajan
con cómo me siento hoy. Eso no es casualidad. Son muchos versos, así que entra
dentro de lo normal que alguno se adapte a mí. O a cualquiera de nosotros.
Si tienes en ti mismo
una fe que te niegan
Y no desprecias nunca
las dudas que ellos tengan.
Si esperas en tu puesto
sin fatiga en la espera;
Si engañado, no
engañas; (…)
A pesar de que algunos de mis principios puedan ser
discutidos por el pensamiento único, sigo fiel a ellos. Aunque me puedan
suponer situaciones complicadas. Aunque haya quien me mire por encima del hombro,
con aire de superioridad moral.
Si sueñas y los sueños no te hacen su
esclavo;
Si piensas y rechazas lo que piensas
en vano.
Bueno, esto ya es más complicado, lo confieso. No he perdido
la mala costumbre de soñar despierta, aunque es cierto que cada vez menos. La vida
te vuelve realista. Y los pajaritos cada vez son menos. Pero ahí están, de vez
en cuando los oigo piar y me uno con entusiasmo a su coro. Hasta que una voz
sube por encima de los piopíos y me dice que ya vale, aterriza guapa. Y yo
obediente aterrizo. En esos casos –no falla- suelo correr al ordenador y me
pongo a escribir lo primero que se me pasa por la cabeza. Como ahora. ¡Es una
liberación con la que disfruto tanto!
Si llenas el minuto
inexorable y cierto
De sesenta segundos que
te lleven al cielo…
Lo que yo decía. Un minuto de felicidad, el cielo, la cabeza
en las nubes… esos sesenta segundos metafóricos
que van llenando una vida. Pero estos «si» encadenados me llevan a revivir situaciones
que quizás habría cambiado. Y añado por mi cuenta un interrogante ¿Y si en vez de…? Lo cual no es
inteligente, porque el pasado está donde tiene que estar. Y no se puede
cambiar. Pero a veces, los sueños me hacen su esclava... Hasta que el móvil
vibra y regreso a la tierra. Y ahí estoy un rato tranquilita hasta que otro «si» me vuelve a perseguir y me lanza
hacia el cielo en busca de un sueño imposible.
Noviembre 2016