¿Por qué las canciones más bonitas son las de amor? O más
bien, de desamor. Relatan historias imposibles, amores perdidos. Sábado por la
noche, escuchando a Los Secretos y su Déjame.
No juegues más conmigo, esta vez, en
serio te lo digo, tuviste una oportunidad… Regreso a mi juventud, casi a mi
adolescencia, y de manera automática te identificas. ¿Quién no ha cantado
alguna vez esa canción pensando en la chica de turno que te había roto el
corazón? Aunque la cantara un grupo masculino, nosotras también nos sentíamos
identificadas y le gritábamos las mismas palabras a algún capullo que nos hacía
la vida imposible. Sobre un vidrio mojado
escribí su nombre, sin darme cuenta… ¿Quién no se ha sorprendido
escribiendo su nombre sobre una ventanilla llena de vaho, mientras llovía y te
invadía la melancolía? Y si no llovía, sobre la mampara de la ducha, aunque
fuera menos glamuroso.
Y luego llegaba el gran Loquillo con su Cadillac. De Madrid a
Barcelona. Yo aquí lo tenía más complicado para identificarme en primera
persona, pero me encantaba que despreciara a la última rubia que había probado
el asiento de atrás y se siguiera acordando de mí, o sea, de ella. Me llenaba
de satisfacción comprobar que, aunque no fuera una rubia estupenda, no todo
estaba perdido. Ellos también tienen corazón. Que conste que no tengo nada contra las rubias ¿eh? ¡Quiero a mis amigas rubias! Pero bueno, entendéis lo que quiero decir.
Y así, una tras otra, los protagonistas de la inigualable
movida ochentera cantaban a las chicas de sus sueños, mientras hacían que el
estómago se nos llenara de mariposas inquietas. Hombres G recordaba que, hacía
un año, las niñas bajaban por la cuesta de uniforme. Yo con mis amigas a la
salida del colegio, corriendo un viernes por la tarde para prepararnos para la
fiesta en la discoteca de moda. Y te asaltan recuerdos borrosos, como el primer
chico que te sacó a bailar, porque entonces todavía se bailaba agarrado. ¡Qué
gran pérdida! Recuerdo que cuando de repente sonaba la música lenta, dejabas de
pegar saltos, te sentabas con tu grupo de amigas y, entre risas nerviosas, te
llevabas alguna sorpresa cuando por fin fulanito se acercaba con una media
sonrisa y te sacaba a bailar. La gente
corre y la lluvia está empapando el parque… Siempre la lluvia, sin lluvia
no hay melancolía que valga. Suspiro…
Estoy a punto de volver a suspirar cuando suenan los primeros
acordes de Pero a tu lado. El segundo
suspiro se interrumpe y en su lugar canto con los hermanos Urquijo eso de he muerto y he resucitado. Y ya no
persigo sueños rotos, hoy, en cambio, he soñado en otra vida, en otro mundo,
pero a tu lado. No todas las canciones de los ochenta eran de desamor. La mejor
habla de amor y las historias se vuelven posibles. ¡Y a la melancolía que le
den! La dejamos olvidada y aparcada en el siglo XIX. En algún lugar de un gran país...
Junio 2017