domingo, 1 de mayo de 2016

LA FLACA (O ¿AMISTAD ENTRE MUJERES Y HOMBRES II?) Colaboración de José Manuel Ferradas


Cuando mencionan su nombre se me despierta un mohín mientras ladeo mi cara y brota una sonrisa como hablando a la mañana.
 
Yo conocí a la flaca. Y aún la conozco. Y aún sigo descifrando cómo pudieron meter tanto talento en tan espigado espacio.  

En tiempos quise colarme entre los pliegues de sus enaguas. Confundí el camino pero todos sabemos cómo se las gasta el corazón cuando de sentir se trata. Puse sitio a sus murallas y me evadió con la facilidad que aporta la limpieza de su mente clara. Y se fue.  Y compró en los bazares tiempo y metros a los que llamó distancia. Distancia para vivir. Distancia que los dioses me regalaron para que yo pensara. 

Todo es mas fácil cuando ya ha pasado. Tiende a perder emoción pero gana en sentimiento. Siempre consideré que es mas importante, mucho mas importante, querer bien que apasionadamente. Es más veraz. Los pulsos cobran su ritmo y olvidan, puede que definitivamente, los saltos al vacío que generan las explosiones amorosas de los comienzos. 

Ella fue quien me enseñó. Ella me mostró el camino. Con la sutileza firme de sus ojos melancólicos domó las redes que encadenaban mi alma. Y me convirtió, como si nada midiera el peso de mi espalda, en amante de su espíritu. Guardián de su mirada. Hermano de sus sueños. Alumno de sus lamentos. Aprendiz de sus silencios tan cargados de romanzas.  

Aún se ruboriza cuando manifiesto mi eterno amor a su figura. A su leyenda. A su realidad mas perfecta. A ella. A lo que ella representa. Es mi abrazo a esa historia que nació de una contienda. La fruta mas dulce que brotó de un no hasta convertirse en la morada de un si con distinta perspectiva. Cuando un no se convirtió en el inicio de una maravillosa vida de amistad. 

Tomó un tarugo de leña apenas desbrozada. Y pulió cada veta, cada espina que por sus lados colgara. Transformó lo agreste en sutil, lo árido en terciopelo. Supo armarse de paciencia. Aquella que le dice al tiempo que nada es para un instante salvo los trances pequeños. Que el futuro se amasa entre los dedos del hambre que manejan los platos por llenar de sueños. 

Hoy somos amigos. Amigos sin tregua ni añoranza. Amigos sin reloj ni calendario. Y sé que la quiero feliz sin el egoísmo de los celos que todo lo empañan. Que cuando el presente se espacia sigo con la certeza de que su vida es mi casa. Que sus logros son mi premio y sus penas mi reto para consolarlas. 

Y fue capaz de tallarlo con la sola fuerza del agua y el filo cariñoso de una preciosa navaja.

José Manuel Ferradas
Abril 2016

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