sábado, 19 de enero de 2019

MALDITO AMOR


Nunca quiso decirle por qué. Ella le miraba, sin atreverse a interrumpir sus silencios. A veces creía que le llegaban los ecos de su mundo interior pero probablemente sólo fuera su imaginación. Al principio esperaba sus llamadas, que revolucionaban su mundo perfecto. Pero no le importaba porque lo llenaban de luz. Muchas veces él estuvo a punto de decírselo. Lo sentía. No... Lo sabía con certeza. Estaba segura.

Había aprendido a leer sus silencios, sus miradas, sus inclinaciones de cabeza, hasta los más leves movimientos de sus manos. Ella le entendía y esperaba paciente. Necesitaba su tiempo y ella se lo concedía porque sabía que sus silencios estaban cargados de significado. Había aprendido a leer entre líneas, como en un jeroglífico. Un roce suave en la mejilla, una sonrisa, una caricia inocente… Las palabras no eran necesarias. Incluso sentía satisfacción pensando que era la única capaz de entenderlo.

El tiempo pasaba y nunca se lo dijo. No llegó a pronunciar las palabras mágicas. Las que habrían aclarado todo, las que habrían acabado con los juegos de adivinanzas.

Claro que eso fue al principio. Lo que le había parecido interesante, incluso misterioso, se convirtió en aburrido. Y un día se cansó de esperar. Fue como un fogonazo en mitad de la noche, como una revelación imprevista que, por unos momentos, la dejó al borde del abismo. Y ese día, justo cuando dejaron de sonar las doce campanadas y el mundo a su alrededor pareció renacer entre gritos, risas, brindis y serpentinas de colores, lo vio claro. Los últimos meses pasaron en cuestión de segundos ante sus ojos, como el tráiler de una película –una mala, por cierto-.

Propósito de año nuevo, no pondría su corazón en manos de quien no sabía apreciarlo. Se le quitó un peso enorme, así, de repente. Pues claro, qué tontería, era así de sencillo. ¡En qué carajo había estado pensando! Bye bye, majo. Que te den. Ahí te quedas con tus silencios insoportables. De puntillas, se alejó del abismo y, cogiendo una serpentina –la verde fosforito-, se unió a la fiesta.



Enero 2019

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