sábado, 1 de junio de 2019

A VUELTAS CON LAS ELECCIONES Y EL CID


Elecciones en abril, elecciones en mayo, tertulias sin fin, pactos postelectorales, alegrías, decepciones… ¿Por qué se puede decir que Vox es la ultraderecha? ¿Por qué no se dice que Bildu o Podemos es ultraizquierda? Ah no, que ya no se llama así, ahora es Unidas Podemos, incurriendo en un error gramatical. Aunque no es ese el mayor problema de la extrema izquierda. Sobre las espaldas del comunismo recae la responsabilidad de millones de muertes y ejecuciones en diferentes partes del planeta. En Cuba, en Venezuela, en Rusia, en China…. Un sistema que ataca sistemáticamente la libertad y a todo el que piense otra cosa. Pero eso no importa. Si votas al PP, a Ciudadanos o a Vox eres un facha de mierda, pero si votas a la extrema izquierda eres muy guay. Y todos tan contentos. Bueno, unos más que otros.

No suelo escribir artículos de opinión. Prefiero dejar mi imaginación vagando por mundos imaginarios. Resulta mucho más satisfactorio, me divierto e, incluso, llego a entretener a algún lector. Pues hoy voy a ser políticamente incorrecta, y a quien no le guste, que me tache de su lista. Me importa un comino. Siempre he odiado la injusticia, como le pasa a la mayoría de los mortales, o eso pensaba yo. Estoy harta de oír sandeces un día tras otro y ver cómo casi todos los medios de comunicación le hacen el juego a los totalitarios. Sí, a los totalitarios, eso he dicho. Porque es caer en totalitarismos –esa palabra que la ultraizquierda utiliza y no tiene ni idea de su significado- atacar a los que no piensan como tú. Y parece que muchos no se dan cuenta de que eso es atacar las bases, los cimientos de nuestra civilización occidental. Gracias a Dios, lo grande de la democracia es que todos cabemos. Azules, rojos, verdes y castaños. De acuerdo, la democracia puede no ser el sistema perfecto, pero la perfección no es de este mundo, y la democracia es lo que más se aproxima a un mundo en el que la convivencia y el estado de bienestar son posibles. Que se lo pregunten a todos los refugiados que buscan paz y libertad en Europa,  por ejemplo. Algo habremos hecho bien, digo yo.

Es muy grave que se esté atacando a la libertad, que haya algunos fanáticos –o muchos- que se consideren propietarios indiscutibles de la verdad absoluta, que pretendan no permitir que los no fanáticos tengamos un pensamiento propio. No, por lo visto no hay que pensar, sólo alienarse y adorar al Pensamiento Único y al orden que los fanáticos quieren imponer. Si no estás conmigo, estás contra mí. ¿Por qué? ¿Por qué tenemos que pensar todos igual? Es imposible. Sólo es posible a través de la coacción y el linchamiento, las herramientas de los regímenes totalitarios.

El sol de la tarde me deslumbra, me ilumina con sus rayos… Separo una mano del teclado para apoyar mi mejilla. Cierro los ojos y mi imaginación comienza a vagar otra vez por esos mundos imaginarios, amables y cálidos. Y osa hacerlo sin pedir permiso, totalmente libre. Así que como he perdido su atención, hecho un vistazo al periódico de hace un par de días que no he tenido tiempo de leer en una semana frenética. El Cantar de Mío Cid, reza un titular. Vaya eso es mucho más interesante que las elecciones. La Biblioteca Nacional expondrá el códice -de principios del siglo XIII- que narra las aventuras del héroe que tuvo que abandonar su tierra por falsas acusaciones. Pero hay esperanza y don Rodrigo recuperará su honra y su hogar. Hay esperanza.

Me ha gustado esta reflexión de Luis Alberto de Cuenca: «Y entonces, hoy, mañana, Mío Cid era, es y seguirá siendo el logotipo de lo español: la versión antropomorfa del toro de Osborne empuñando una espada que apunta a las estrellas». Pero claro, esto los del Pensamiento Único no lo podrán entender. Y a lo mejor hasta se molestarán. Que les den. Ellos se lo pierden si no son capaces de dejar que la imaginación vague y se deleite por mundos poblados de héroes libres.



Junio 2019


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